miércoles, 17 de febrero de 2016

La esquizofrenia de ser mamá y milonguera. Arrorró en 2x4

Artículo escrito en junio de 2015, publicado en la Revista "No soy Tango", Número 7.


Soy Andrea Soledad  Maidana, de treinta años, mamá de Charo, de un año y medio; soy estudiante de la UNA, casi Intérprete en Tango; trabajo para la Municipalidad de San Martín coordinando talleres de tango para jóvenes y adultos.    
La pregunta es cómo funciona esta montaña rusa. La respuesta es: no tengo idea, voy resolviendo día a día. Considero que es un tema invisibilizado, que merece prestarle atención.
Hay dos planos que me gustaría analizar: por un lado, el sentido práctico en cuanto a lo laboral y académico; y por otro, un sentido más profundo asociado a la vocación de continuar o no dedicándose al tango.
En cuanto al primer punto, coordiné mis talleres de tango danza hasta casi los ocho meses de embarazo. Por un lado siento que fue muy positivo mantenerme bailando, en movimiento durante todo el proceso, pero el último tramo, en el cual sentía agotamiento especialmente en las piernas, me costó más que los meses anteriores, especialmente porque doy las clases sola, sin otro docente. Les pedí paciencia a mis alumnos ya que en general luego de proponer las actividades, necesitaba sentarme. Ellos me comprendieron y acompañaron con muchísimo cariño. En este sentido, creo que más me agotaban los múltiples colectivos que tomo uniendo Floresta con San Martín.
Con respecto a la Universidad, durante el embarazo decidí preparar unos finales que tenía pendientes, así que no cursé por dos razones: prefería estar los más tranquila posible, evitando los cuatro transportes que tengo que tomar entre Floresta y Boedo; y por otro lado, sentía un contraste entre mi vivencia de paz –me la pasé escribiéndole cartas de amor a Charo-, y el clima competitivo y hasta a veces hostil que se vive especialmente en las materias prácticas, por ejemplo. 
Hace diez años que me dedico al tango, y durante este tiempo, sólo una vez leí un artículo dedicado a este arte y la maternidad. Se trata de una nota publicada en la revista El Tangauta, de octubre del 2012. Hay entrevistas a Johana Copes, Melina Brufman, Daiana Gúspero, etc.
Sobre el tema de las giras internacionales, comenta Moira Castellano: “El tema más preocupante era si llevábamos al bebé con nosotros a las clases y milongas o lo dejábamos con la niñera. Finalmente decidimos que la niñera viniera con nosotros, así estaba cerca y a la vez teníamos una ayuda para trabajar más tranquilos”. Sobre el mismo tema, Virginia Cutillo cuenta: “Cada organizador sabía de antemano nuestras necesidades y ya nos esperaban con cuna, sillita de bebé, y ollas para hervir mamaderas.”
Claramente, estas historias no reflejan las realidades de muchas mamás que nos dedicamos al tango. Se trata de parejas de baile que giran por el mundo, cuentan con los recursos para pagar una niñera de forma permanente, los esperan con los elementos que necesita un bebé, etc.
Por ejemplo, en mi caso, no podría afrontar el gasto de una persona para que cuide a mi hija con mi sueldo municipal, así que en varias oportunidades llevé a Charo conmigo a mi trabajo y a la UNA.
Expresa Gabriela Amalfitani: “Para mí no es un esfuerzo ser mamá y combinarlo con mi carrera. Sólo fue cuestión de que las cosas fluyan y se acomoden naturalmente”. La verdad, aplicada a mi historia y a la de muchas compañeras y colegas, me parece irreal y hasta inverosímil esta afirmación. Pienso en cuando cursaba Interpretación del tango con Charo a upa, me iba de la facu con la espalda rota, y creo que hay que construir con muchísimo amor la vida profesional y académica combinada con la maternidad, considero que no basta con que las cosas “fluyan y se acomoden naturalmente”.
Pienso que si el artículo se titula “Tango y maternidad” debería contemplar más realidades. Somos muchas las que coordinamos talleres barriales, organizamos milongas y prácticas en espacios donde no sólo no nos están esperando con cuna, sillita de comer y juegos infantiles, sino que a veces no hay ni agua potable.   
En cuanto al replanteo del oficio, para mí la llegada de Charo fue una reafirmación de mi vocación por el tango, ya que deseo que ella crezca experimentando que es posible dedicarse a lo que a uno le gusta con mucho sacrificio. Yo no tengo idea de qué camino va a elegir ella para su vida, pero de lo que sí estoy segura es que está aprendiendo a respetar el tango, porque es testigo del compromiso que implica.
Con respecto a lo que me pasa al bailar, ha cambiado completamente la experiencia: la sensibilidad es mucho mayor, y si antes tenía ganas de contar historias de encuentros y desencuentros amorosos, ahora prefiero expresar la vivencia del amor absoluto, arrasador. También en mi caso particular, como tuve una hija, intuyo que se potenció la femineidad; cuando estaba embarazada sentía que éramos dos mujeres compartiendo un ser.
Queda planteado:
·         La necesidad de crear una guardería infantil en la UNA para estudiantes y docentes que son madres y padres.
·         La importancia de que los centros culturales y espacios similares donde se dictan talleres de tango y de otras disciplinas, también cuenten con un espacio para niños hijos de docentes y alumnos.
·         Profundizar la sensibilidad dentro de la cursada de la UNA, contemplando casos de embarazo y de postparto, especialmente en las materias prácticas. (En mi caso particular, cursé danza contemporánea cuando mi hija tenía cuatro meses, y había movimientos que me costaban más que otros por el momento tan particular que estaba transitando, pero no se habilitaba el espacio para plantearlo).
·         Reflexionar sobre la estética corporal que se vende del cuerpo femenino de la bailarina de tango, imagen que no es compatible con los cambios propios del embarazo, y las consecuencias que eso puede conllevar a nivel anímico, como inseguridades y temores.
·         ¿Qué pasa con la paternidad? ¿También hay un replanteo del oficio de bailarín o músico de tango? ¿Cómo influye el ser papá en el día a día, respecto a horarios y organización? Me gustaría profundizar este tema en un próximo artículo.
·         Volver a escribir las últimas modificaciones de este artículo, ya que mi hija, agazapada, apagó la compu y no había guardado los cambios.

Crítica a la película argentina Fermín


Ficha técnica
Título: Fermín
Fecha de estreno: 24 de abril de 2014 (Argentina)
Directores: Oliver Kolker y Hernán Findling
Guión: Oliver Kolker
Duración: 109 min
Productores: Oliver Kolker, Hernán Findling y Oren Dobronsky
Reparto: Héctor Alterio, Gastón Pauls, Antonella Costa, Emilio Disi, Luciano Cáceres, Rodrigo Pedreira, Dalma Maradona, Luis Ziembrowsky.
Director de Fotografía: Claudio Beiza
Dirección de Arte: Sandra Urcovich
Música: Lisandro Adrover

Fermín es una de las ficciones vinculadas con el mundo tanguero más actuales.
Según describe Ezequiel Boetti[1], “el film está centrado en Fermín Turdera (Héctor Alterio), un milonguero de la vieja guardia cuya ancianidad lo encuentra empastillado hasta la médula en un neuropsiquiátrico público. La situación cambia con la llegada del doctor Kaufman (Gastón Pauls), quien no sólo descubrirá que el vocabulario del paciente está compuesto únicamente por frases de distintos tangos, sino que le arrastrará el ala a su nieta y única visita, la también tanguera Eva (Antonella Costa). Dos razones más que suficientes para que comience una investigación sobre el ritmo rioplatense.”
La cantidad de temas que se abordan me hace pensar en Assassination tango, película de Robert Duvall, en la que también hay referencias a la dictadura, mientras se hace un recorrido por las milongas porteñas. Y surge la pregunta: ¿por qué es tan difícil para los realizadores de un film atravesado por el tango profundizar en él sin necesidad de dar cuenta de tantos temas y tan complejos de la historia argentina? Como espectadora, quedé mareada entre tanto hospital de salud mental, referencias a la dictadura y a los desaparecidos, milongas y prácticas urbanas, la historia de Fermín en los años 40 y su presente, la infancia del médico, la historia de amor entre la nieta y el psiquiatra, etc.
Por esta razón, voy a centrarme en este disparador: ¿qué espacio simbólico ocupa el tango danza en esta película? En este sentido, creo que es pertinente la frase de Tarkovsky: “Como el artista es quien recoge en mayor plenitud su época y su mundo, se convierte en la voz de quienes no están en condiciones de reflejar y de expresar su relación con la realidad. En este sentido, el artista es realmente la voz del pueblo. Y por eso también está llamado a servir a su talento y a su pueblo.”[2]
Por un lado, el tango danza se plantea como un espacio de competencia entre parejas profesionales, y también cobra mucho protagonismo el vínculo entre el violento Faustino y su compañera de baile y novia Eva.
Considero que es positivo plantear la complejidad entre los miembros de una pareja de tango ya que, en muchos casos –por no decir todos-, se trata de una relación problemática, pero en esta historia está demasiado exacerbada la agresividad de él, casi caricaturesco.
Las características de Faustino son las siguientes:
·         maltrata a su pareja verbal y físicamente;
·         es infiel;
·         es cobarde, ya que decide no realizar la exhibición de baile porque justo antes se había presentado Chicho Frúmboli y se sentía intimidado;
·         siempre se muestra irritable;
·         es posesivo y cosifica a su pareja, ya que cuando el personaje de Gastón Pauls la abraza mucho a Eva, él dice: “Ésta es mía”.
Creo que hubiera sido mucho más interesante matizar a este personaje y no caracterizarlo como “el más malo de los malos”, para así presentar una relación más humana, más compleja. Por ejemplo, en una milonga, Faustino invita al médico a una exhibición en la que se va a presentar junto a Eva, y él dice: “Si querés ver bailar buen tango, el mes que viene hago una exhibición”. “Ah, sí, hacemos” corrige Eva. “Bueno, hacemos” expresa él. Hay tensiones propias de cada pareja de baile. Hasta no hace tanto, cuando se presentaba una pareja de tango, sólo se nombraba al hombre. Si bien eso ha cambiado muchísimo, creo que es positivo que se reflejen tensiones propias de cada pareja profesional como la cuestión de los egos.
En este sentido, creo que es muy interesante The tango lesson, el film de Sally Potter, en el que existe una relación de poder entre los miembros de la pareja (Pablo logra ejercer cierto dominio sobre Sally), pero está mucho mejor lograda esa trama.
Por otra parte, quiero rescatar algunas escenas que considero muy acertadas, que en general no se cuentan ni en documentales ni en ficciones tangueras:
·         Eva cambiándose con un vestuario impactante y maquillándose para audicionar, en un decadente baño de un hospital mental, con la incomodidad que eso implica. Ese contraste es muy real, ya que muchas veces las bailarinas debemos estar impecables y ponen a nuestra disposición un depósito oscuro y sucio para que nos vistamos.
·         La milonga como el mundo al revés y como lugar de pertenencia, ya que el psiquiatra se encuentra de casualidad con un paciente (representado por Carlos Copello), y advierte que en la milonga él es un seductor, en contraste con la imagen en el marco de un tratamiento de salud mental. Se trata de invertir los roles.
·         Emilio Disy es impecable en su rol de milonguero experimentado en el pasado (“Cienpiés”). La casa de este personaje no podría ser más perfecta, ya que muchas veces ambientan los espacios tangueros actuales cual conventillos.
·         Bailar tango también está asociado a la ternura, ya que el tango que bailan al final abuelo y nieta es delicioso.



[1] http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/5-32008-2014-04-24.html
[2] Tarkovsky, Andrei: Esculpir en el tiempo. Reflexiones sobre el arte, la estética y la poética del cine. Berlín, 1988.