Artículo escrito en junio de 2015, publicado en la Revista "No soy Tango", Número 7.
Soy
Andrea Soledad Maidana, de treinta años,
mamá de Charo, de un año y medio; soy estudiante de la UNA, casi Intérprete en
Tango; trabajo para la Municipalidad de San Martín coordinando talleres de
tango para jóvenes y adultos.
La
pregunta es cómo funciona esta montaña rusa. La respuesta es: no tengo idea,
voy resolviendo día a día. Considero que es un tema invisibilizado, que merece
prestarle atención.
Hay
dos planos que me gustaría analizar: por un lado, el sentido práctico en cuanto
a lo laboral y académico; y por otro, un sentido más profundo asociado a la
vocación de continuar o no dedicándose al tango.
En
cuanto al primer punto, coordiné mis talleres de tango danza hasta casi los
ocho meses de embarazo. Por un lado siento que fue muy positivo mantenerme
bailando, en movimiento durante todo el proceso, pero el último tramo, en el
cual sentía agotamiento especialmente en las piernas, me costó más que los
meses anteriores, especialmente porque doy las clases sola, sin otro docente.
Les pedí paciencia a mis alumnos ya que en general luego de proponer las
actividades, necesitaba sentarme. Ellos me comprendieron y acompañaron con
muchísimo cariño. En este sentido, creo que más me agotaban los múltiples
colectivos que tomo uniendo Floresta con San Martín.
Con
respecto a la Universidad, durante el embarazo decidí preparar unos finales que
tenía pendientes, así que no cursé por dos razones: prefería estar los más
tranquila posible, evitando los cuatro transportes que tengo que tomar entre
Floresta y Boedo; y por otro lado, sentía un contraste entre mi vivencia de paz
–me la pasé escribiéndole cartas de amor a Charo-, y el clima competitivo y
hasta a veces hostil que se vive especialmente en las materias prácticas, por
ejemplo.
Hace
diez años que me dedico al tango, y durante este tiempo, sólo una vez leí un
artículo dedicado a este arte y la maternidad. Se trata de una nota publicada
en la revista El Tangauta, de octubre del 2012. Hay entrevistas a Johana Copes,
Melina Brufman, Daiana Gúspero, etc.
Sobre
el tema de las giras internacionales, comenta Moira Castellano: “El tema más preocupante
era si llevábamos al bebé con nosotros a las clases y milongas o lo dejábamos
con la niñera. Finalmente decidimos que la niñera viniera con nosotros, así
estaba cerca y a la vez teníamos una ayuda para trabajar más tranquilos”. Sobre
el mismo tema, Virginia Cutillo cuenta: “Cada organizador sabía de antemano
nuestras necesidades y ya nos esperaban con cuna, sillita de bebé, y ollas para
hervir mamaderas.”
Claramente,
estas historias no reflejan las realidades de muchas mamás que nos dedicamos al
tango. Se trata de parejas de baile que giran por el mundo, cuentan con los
recursos para pagar una niñera de forma permanente, los esperan con los
elementos que necesita un bebé, etc.
Por
ejemplo, en mi caso, no podría afrontar el gasto de una persona para que cuide
a mi hija con mi sueldo municipal, así que en varias oportunidades llevé a
Charo conmigo a mi trabajo y a la UNA.
Expresa
Gabriela Amalfitani: “Para mí no es un esfuerzo ser mamá y combinarlo con mi
carrera. Sólo fue cuestión de que las cosas fluyan y se acomoden naturalmente”.
La verdad, aplicada a mi historia y a la de muchas compañeras y colegas, me
parece irreal y hasta inverosímil esta afirmación. Pienso en cuando cursaba
Interpretación del tango con Charo a upa, me iba de la facu con la espalda
rota, y creo que hay que construir con muchísimo amor la vida profesional y
académica combinada con la maternidad, considero que no basta con que las cosas
“fluyan y se acomoden naturalmente”.
Pienso
que si el artículo se titula “Tango y maternidad” debería contemplar más
realidades. Somos muchas las que coordinamos talleres barriales, organizamos
milongas y prácticas en espacios donde no sólo no nos están esperando con cuna,
sillita de comer y juegos infantiles, sino que a veces no hay ni agua potable.
En
cuanto al replanteo del oficio, para mí la llegada de Charo fue una
reafirmación de mi vocación por el tango, ya que deseo que ella crezca
experimentando que es posible dedicarse a lo que a uno le gusta con mucho
sacrificio. Yo no tengo idea de qué camino va a elegir ella para su vida, pero
de lo que sí estoy segura es que está aprendiendo a respetar el tango, porque
es testigo del compromiso que implica.
Con
respecto a lo que me pasa al bailar, ha cambiado completamente la experiencia:
la sensibilidad es mucho mayor, y si antes tenía ganas de contar historias de
encuentros y desencuentros amorosos, ahora prefiero expresar la vivencia del
amor absoluto, arrasador. También en mi caso particular, como tuve una hija,
intuyo que se potenció la femineidad; cuando estaba embarazada sentía que
éramos dos mujeres compartiendo un ser.
Queda planteado:
·
La necesidad de crear una guardería
infantil en la UNA para estudiantes y docentes que son madres y padres.
·
La importancia de que los centros
culturales y espacios similares donde se dictan talleres de tango y de otras
disciplinas, también cuenten con un espacio para niños hijos de docentes y
alumnos.
·
Profundizar la sensibilidad dentro de la
cursada de la UNA, contemplando casos de embarazo y de postparto, especialmente
en las materias prácticas. (En mi caso particular, cursé danza contemporánea
cuando mi hija tenía cuatro meses, y había movimientos que me costaban más que
otros por el momento tan particular que estaba transitando, pero no se
habilitaba el espacio para plantearlo).
·
Reflexionar sobre la estética corporal que
se vende del cuerpo femenino de la bailarina de tango, imagen que no es
compatible con los cambios propios del embarazo, y las consecuencias que eso
puede conllevar a nivel anímico, como inseguridades y temores.
·
¿Qué pasa con la paternidad? ¿También hay
un replanteo del oficio de bailarín o músico de tango? ¿Cómo influye el ser
papá en el día a día, respecto a horarios y organización? Me gustaría
profundizar este tema en un próximo artículo.
·
Volver a escribir las últimas
modificaciones de este artículo, ya que mi hija, agazapada, apagó la compu y no
había guardado los cambios.