Voy a proponer día a día, durante una semana, tangos delirantes acerca del corazón: muuuuuuuy lejos del romanticismo barato, más cerca de una vidriera estrafalaria de historias que se cuentan al oído.
EL LUNFARDO Y LA TERNURA: “ESTE CUORE”, de Julián Centeya
Daniel Melingo interpreta magistralmente esta joya de Julián Centeya.
El tipo reniega de su cuore, pero al mismo tiempo su tono es de una ternura tal que queda claro que no hay otro corazón en el universo que le calce mejor que el suyo.
Cuando dice “No me sirve siquiera como un pucho”, -en apariencia un reproche-, en realidad provoca alivio saber que su corazón no es tan perfecto, que puede ser miserable. En la medida que exista esa posibilidad, vivir resulta un poco menos pesado.
En definitiva, el valor está en la diferencia: se habla de ESTE cuore, y no de cualquiera. Éste que me tocó a mí, “el bagayo que ligué en la repartija”, y que me hace sentir como siento porque “se regala de gil para el consuelo”.
Nada es tan grave como pareciera, sino no diría que “Dios estaba de apoliyo” cuando le dieron ese cuore a él; es decir, cuando se hace presente el humor (característica constitutiva del tango) todo toma otro sentido, relativizando cualquier suposición de culebrón venezolano.
En general, el lunfardo se asocia al tipo reo, frío. Yo creo que el lunfardo y la ternura guardan un profundo vínculo implícito. Y si no, escuchen de nuevo este tema.
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